En días como estos echo de
menos la niebla húmeda y el frío que llegaba a cada uno de los 206 huesos de mi
esqueleto humano. Cierto es que en aquellos momentos prefería el sol caliente
de mi ciudad y la luz que me brindaba, pero ahora no dudaría en volver a Padova oscura e invernal que tan buenos momentos me dio.
Casi puedo verte
preguntándome “¿Por qué no retornar?” Nada es imposible para ti, pero algunas
cosas son más difíciles que otras. El lugar al que yo quiero volver no existe.
Sí, has leído bien, no
existe. Las pisadas que
recorrí, los abrazos que di, las risas que experimenté…son solo recuerdos que
cada vez noto más difuminados en mi mente, ocupando su lugar una especie de
nostalgia imperceptible al principio e insoportable a medida que el
tiempo sigue pasando.
Mi problema siempre ha sido esperar en la estación del
pasado a que pase el autobús del futuro, y parece que aún me sucede.
Las personas que siguen presentes cada día en mi recuerdo han continuado sus
vidas mientras yo sigo negándome a levar el ancla de 2016 y continuar
navegando.
No me malinterpretes,
aparentemente he aprovechado estos dos años: me gradué en psicología, colaboré
en algunas asociaciones, conocí gente nueva e incluso superé el fantasma del TCA que me esclavizó durante 6 largos años. Sin embargo, sigo atormentada por cosas que nunca
sucedieron…
Los lugares que nunca visitaré, los besos que nunca daré y
las palabras que jamás pronunciaré… esa es el ancla que más pesa, la que no
consigo levar.
♥
M(BL)
♥
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